Mejorar la comunicación después del divorcio

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Mejorar la comunicación después del divorcio Ivan Gonzalez Montero 02/08/2023

Mejorar la comunicación después del divorcio

Las familias en crisis presentan un elevado nivel de estrés que afecta a sus relaciones y al bienestar personal de sus miembros.

«El divorcio es el segundo acontecimiento vital más estresante después de la pérdida de un ser querido». (Kaslow 1984).

La prolongación en el tiempo de los conflictos agrava el nivel de estrés. Afrontar un proceso de divorcio a nivel judicial conlleva un enfrentamiento prolongado a la situación estresante.
La intervención de terceras personas en el conflicto familiar reduce la sensación de control percibido y por tanto la implicación personal en los procesos de toma de decisiones.

¿QUÉ NOS ESTÁ OCURRIENDO?

A nivel Psicológico experimentamos ansiedad, estrés, deseos de venganza, victimización, pensamiento rígido (la única solución posible es…), pensamiento obsesivo (rebobinado, anticipación, idealización, fantaseado…), pensamiento dicotómico (bueno/malo; todo/nada; gano/pierdes; positivo/negativo), pensamiento paranoide (el otro es mi enemigo, me quiere fastidiar la vida, todo lo hace para molestarme…), distorsión de la realidad (pudiendo llegar a construir una realidad particular, basada exclusivamente en hechos seleccionados y distorsionados, magnificando, minimizando o negando  los elementos que confirman nuestra

teoría), personalización del problema en el otro/lo externo (el juez, el sistema, su familia… error fundamental de atribución).

En el proceso de victimización y distorsión de los hechos en nuestro favor, buscamos alianzas con familiares, amistades y profesionales que ofrezcan su apoyo, defiendan y amparen nuestra versión y comportamiento, pudiéndose conformar bandos de enfrentamiento con la otra pare, que vienen a confirmar nuestra visión del otro como enemigo.

A nivel emocional experimentamos hostilidad, rabia, ira, culpabilidad, tristeza, inseguridad, frustración, abandono, rechazo, miedo, odio…

¿CÓMO NOS COMUNICAMOS?

La comunicación está altamente deteriorada. Se han sustituido los canales naturales de comunicación familiar (personal, tú y yo, nosotros) por vías artificiales (sms, escritos, mail, fax, burofax) o indirectas (abogados, amigos, hijos…).

En la mayoría de los casos contamos con escasos recursos para negociar: regateo, chantaje, exigencia, ultimátum…, existe una información oculta que no queremos mostrar, y nos movemos en el esquema de competencia, frente a colaboración.

Atendemos selectivamente a la información que confirma nuestra teoría, solo nos interesa escuchar y recordar aquello que refuerza nuestra visión de los hechos. Pasamos del análisis de los hechos al análisis de «mi teoría», en una precipitada carrera por la pérdida de objetividad y su consiguiente distorsión del mensaje recibido.

Registramos y acumulamos información escrita, grabada o recordada congruente con nuestra teoría, dejando un rastro de información supuestamente objetiva que refuta nuestra visión de lo sucedido. Es frecuente la creación de dosieres, archivos o carpetas que acumulan datos negativos de los hechos, encaminados a refutar «mi teoría».

Nuestros mensajes señalan excesivas referencias negativas al comportamiento del otro y utilizamos en exceso un discurso emocional frente al discurso lógico o racional.

ALGUNOS CONSEJOS ÚTILES
  • Evita utilizar canales de comunicación indirectos (terceras personas) que puedan dar lugar a interpretación o distorsión del mensaje.
  • Nunca emplees fórmulas de comunicación agresiva basadas en la amenaza, el chantaje o la coerción (por ejemplo, informes, demandas, burofax, auto judicial, información escrita reenviada o supervisada por terceras personas…).
  • Anticipa siempre los pasos que puedes dar en relación al conflicto familiar que afecten a la otra parte (por ejemplo, antes de redactar una demanda judicial, avisar de su contenido e intención en caso de no haber podido acordar algo personalmente).
  • Cambia el «tú» por el «nosotros». Sustituye las alusiones directas o indirectas al comportamiento del otro para explicar los errores e incluye más planteamientos plurales («nosotros») o, incluso, señala fallos en tu comportamiento (por ejemplo, «podríamos pensar cómo mejorar la agilidad en los pagos…» en lugar de «a ver si pagas puntualmente» o «a mí también se me escapa a veces pagar los recibos de tal o cual cosa a tiempo, deberíamos pensar cómo evitar retrasarnos en los pagos…»).
  • Pregunta en lugar de afirmar. Invita a la otra parte a buscar una conclusión común antes de dar por hecho los términos de una conversación (por ejemplo, «¿cómo podemos hacer para que todos disfrutemos las vacaciones?» en lugar de «lo mejor es que la primera quincena de julio los niños estén conmigo»).
  • Sé flexible en tus planteamientos. Siempre existen varias soluciones para un mismo problema.
  • Incluye elementos positivos en la conversación (por ejemplo, «los chicos están fenomenal», «hace una tarde agradable», «me gusta este sitio» …). Desdramatiza en la medida de lo posible.
  • Evita emplear un discurso basado en las emociones. Hablar de lo mal que te sientes ante un hecho puede ser constructivo, si bien hablar exclusivamente del malestar no arregla las situaciones.
  • Acude a un servicio de mediación familiar si tiene dificultades para entenderte con tu expareja.